Por: Tete Castro
Entre las montañas del eje Neovolcánico del centro de México, resguardado por densos bosques de oyameles se resguarda un tesoro de colores naranjas y marrón; año con año las mariposas monarcas realizan una travesía de casi 5000 kilómetros desde los espesos bosques canadienses buscando un resguardo del crudo invierno en este espectacular paraje del centro de México.
El Santuario del Rosario en el estado de Michoacán, ofrece a sus visitantes una de las experiencias de contacto con la naturaleza más bellas y que cualquiera debe vivir, el recorrido es retador ya que para apreciarlo se debe avanzar dentro de la reservación de 1.2 a 1.6 kilómetros cuesta arriba para admirar su esplendor.
El camino para nosotros puede parecer duro, pero no tanto como lo ha sido en los últimos años para este majestuoso lepidóptero su travesía. Con un ciclo de vida de 24 días aproximadamente emprenden el recorrido miles de ellas, durante el camino muchas mueren por los cambios de temperatura, la tala de árboles y los pesticidas con los que hoy día se resguardan los cultivos de algodoncillo que son su principal fuente de alimento. Las que logran llegar, durante su estancia en los bosques de oyamel mexicano se reproducen y de esta manera nace una especie llamada Matusalén, ellas son especiales ya que llegan a vivir hasta 9 meses es decir 12 veces más que la mariposa monarca promedio y son las encargadas de preservar el legado de la especie.
Al estar en el Santuario puedes realizar el recorrido con guías especializados los cuales, además de darnos datos científicos sobre estos curiosos insectos. También nos comparten sus historias, mi favorita cuenta que las mariposas monarcas vienen a visitar a sus muertos y es así como a finales de octubre o principios de noviembre estas empiezan a llegar a los Santuarios Mexicanos cruzándose curiosamente con nuestra festividad del día de los muertos. Es por esta razón que se prohíbe que se toquen o saquen del Santuario los cuerpos sin vida de quienes una vez lo habitaron ya que un mito sobre la migración es que ellas se guían por el aroma que dejan sus antecesores.
En nuestra caminata durante 1 hora nos maravillamos del paisaje, de cómo la luz acaricia suavemente las copas de los arboles mientras los pájaros cantan, y cerca de las 10 de la mañana nos posicionamos en silencio en un lugar que sea seguro para ellas que las observemos; cuando llegas lo primero que te preguntas es ¿Dónde están las mariposas? Y mientras tus ojos se acostumbran a encontrarlas camufladas entre las cortezas de los árboles o posadas en sus ramas semejando racimos de hojas secas te dicen: “las mariposas vuelan con la luz del sol” ya que les sirve como combustible y para generar calor.
Observar cómo se va despertando con el beso cálido de la mañana y como de repente el cielo azul y despejado se llena de color en una explosión naranja es una sensación liberadora; fue reflexionar sobre lo que significa para ellas esta travesía, comprender que las cosas que valen la pena no siempre serán fáciles, que el cuerpo te reta pero la mente es más fuerte y que nos maravillamos con la belleza de la mariposa pero rara vez somos conscientes de los cambios que ha sufrido para tener esa belleza que adorna cada lugar donde se posa.