Por: Tete Castro
Cuando hablamos de playas, es común escuchar de las aguas tibias y mares tranquilos de Jalisco, de la arena dorada y clubs de playa de Guerrero, de los paisajes exóticos y rocosos de la Baja California o del inigualable azul turquesa de las aguas del caribe.
Sin embargo, en el centro del país, las costas Michoacanas nos brindan paraísos que, al recorrer breves distancias, te permitirán sentir que viajaste por todas las costas mexicanas. Hoy te cuento nuestra experiencia en 5 playas de esta zona, recorridas en 4 días y 3 noches.
Empezamos nuestro viaje de león Guanajuato hacia “EL Faro de Bucerías”, que nos deleita con su arena dorada y oleaje tranquilo para nadar a corta distancia de la orilla del mar, donde podrás encontrar varias opciones de comida y bebidas para pasar una mañana espléndida. Puedes aprovechar las primeras horas de la mañana para realizar una caminata y si tienes suerte subir al mirador natural, en donde aprovechando el esfuerzo realizado podrás sentarte a disfrutar una buena cervecita mientras te dejas cautivar por el sonido de las olas y la privilegiada vista 360 de esta preciosa playa de aguas azul profundo.
Para nuestra primera tarde decidimos visitar la playa más famosa de estas costas “La Maruata” y cuando digo famosa no es precisamente por su afluencia, al contrario, su fama radica en ser un espacio donde en verdad nos podemos olvidar de todo, al adentrarnos en sus playas, “La Maruata” nos deleita con una postal de vegetación tropical esparcida aquí y haya en rocas calizas que han tomado sus formas caprichosas a deseo de la erosión del viento y el golpeteo constante de las olas contra sus bordes, crea una atmósfera íntima que invita a olvidar las preocupaciones de la ciudad y a desconectarnos del mundo digital para apreciar el aquí y el ahora.
Buscamos donde instalarnos y algo donde comer, nos decidimos por una enramada en la entrada de la playa, ya que nos cautivó el aroma de la cocina donde preparan al momento tus alimentos, las opciones en su mayoría del mar van desde pescado zarandeado, filetes, camarones al gusto y si tienes suerte (como fue nuestro caso) Langosta. No obstante, debemos ser pacientes porque, teniendo en cuenta tu plato y la cantidad de personas, una vez que has realizado tu pedido, te olvidas del asunto nadando, con un libro o en la conversación, para después de un momento recibir tu comida recién elaborada y con la garantía de sabor que la sazón michoacana nos brinda.
Mientras nuestra langosta estaba siendo preparada, emprendimos la búsqueda de la escultura natural más visitada en esta costa, “El Dedo de Dios”. Nosotros no tardamos mucho en encontrarla, ya que elegimos esta zona en especial para nuestra visita. Sin embargo, un dato curioso es que “La Maruata” tiene una extensión de 260 kilómetros de playas vírgenes. Para admirar el Dedo de Dios, subimos a un pequeño montículo de piedra con un sendero hecho por los pies de tantos exploradores que estuvieron aquí antes que nosotros, por lo que la dificultad no es alta, pero se debe tener precaución. Observar esta maravilla natural es impactante, ya que realmente pareciera un dedo índice que brota de las profundidades azules del mar tratando de alcanzar el cielo, ahí donde está Dios.
Para el hospedaje, elegimos el Hotel Cama Arena con categoría de 1000 estrellas en la Playa del Amor, un rinconcito que se encuentra en el municipio de Aquila. Donde Víctor y su familia nos ofrecieron una estancia increíble de camping, baños, energía eléctrica y, por cierto, muy segura para descansar.
Es una playa de aguas cristalinas y, aunque su extensión es pequeña, si lo que buscas es desconectarte, ¡Es perfecta!
Temprano por la mañana el desayuno nos ayudó a tomar fuerzas para las aventuras que teníamos planeadas, Víctor nos ofreció una excursión en lancha para conocer las cercanías de la playa del amor, pudimos apreciar la fauna con aves como pelícanos, zopilotes, gaviotas y garzas; fauna marina como tortugas, varias especies de peces y en algunas temporadas del año delfines, el paseo tuvo una duración de 45 minutos, que se nos permitió nadar en mar abierto y descubrir grutas y acantilados.
Una vez que regresamos a la playa fue la hora elegida para nadar y refrescarnos, el oleaje en esta zona es muy tranquilo y nos permitió estar varias horas disfrutando de las olas y algunas revolcadas, que nos llevaron a encontrarnos una caverna secreta con increíbles spots para tus fotos de Instagram.
Para la comida no debes preocuparte, si bien puedes llevar tus víveres, también en playa del amor te ofrecen una amplia gama de platillos como aguachile, pescado a la talla, filetes, etc. cerveza, micheladas y fruta para que tú solo te preocupes por disfrutar.
Para cerrar nuestro día en este exótico paraje, nos recomendaron disfrutar del atardecer desde uno de sus acantilados. Emprendimos la aventura con una caminata de aproximadamente 15 minutos, y llegamos al punto más alto justo a tiempo para el espectáculo de la puesta de sol, la brisa nos acariciaba el rostro y el cielo nos regalaba una pintura al óleo de arreboles naranjas, rosas y morados, a nuestra izquierda la vista de la playa del amor y a la derecha Arenas blancas, de frente la inmensidad del mar. La paz y la armonía que sentimos fueron seductoras, pero el pacífico tenía aún una sorpresa más para nosotros. A lo lejos una ballena comenzó a saltar para ofrecernos un momento aún más especial, aunque esta no sería la última sorpresa que nos tenía preparada la playa del amor.
Estaba casi por oscurecer y nos comentaron que había un sendero que nos podía llevar en 10 minutos a la playa Arenas Blancas, que habíamos visto por la mañana en nuestro paseo en lancha, así que para aprovechar los últimos rayos de sol decidimos continuar hacia ese lugar, el tránsito en este tramo es más difícil, ya que es cuesta abajo, la elección de calzado hubiera ayudado, pero mis sandalias resistieron la travesía. Llegamos al pie de playa un momento antes del último rayo de sol, y cuando creíamos que no podíamos ver nada más de detrás de la montaña, se alzaba la luna llena, luminosa e imponente. Conocí a un chico que sabía mucho sobre las estrellas y comenzó a explicarnos lo que en el cielo pasaba. Por un momento tirada en la arena, caí en cuenta de que quizá era la primera vez que veía tantas estrellas y me sentí muy feliz de estar ahí.
En nuestro tercer día, decidimos visitar la playa Pichilinguillo. Que se encuentra a 4 minutos en auto y 26 andando de la playa del amor. Esta playa es la perfecta para nadar porque se crea una especie de alberca natural a sus orillas, aunque debes tener cuidado en esta zona abundan erizos y caracoles que si no pones atención te propiciarán un pellizco si te cruzas por su camino, disfrutamos de la primera parte de la tarde en una de sus enramadas y los precios de las bebidas son accesibles para todo el público, solo pon atención y no te dejes abordar por los primeros locatarios. Analiza tus opciones y escoge la que mejor se ajuste a tu presupuesto.
De regreso a playa del amor, Víctor tenía para nosotros un rally de actividades donde la mayoría de los huéspedes del camping participamos, incluso su mascota Chéster, un perro de talla grande, color negro, precioso y juguetón, se encargó de hacer de esta integración al especial.
Recuerdan que les dije que este sitio aún nos tenía otra sorpresa, pues después del rally nos dispusimos a sentarnos a observar el atardecer, con los pies enterrados en la arena, rodeados de amigos y risas, Cuando de un momento a otro comenzamos a observar que docenas de tortugas marinas recién nacidas buscaban su camino hacia el mar, esto sin duda alguna fue mi momento favorito de nuestra estancia, todos los presentes nos entusiasmamos, observamos con respecto su proceso natural y simplemente nos dejamos maravillar de la sabiduría de la madre naturaleza.
Al regresar a casa me puse a pensar que nunca me imaginé que estás cosas iban a ocurrir, pero en Michoacán es más común de lo que parece, el hecho de ser playas vírgenes o tan poco comerciales hace que nos reconectemos con la tierra, con nuestra energía y sin duda alguna nos llevemos a casa recuerdos que quedarán por siempre grabados en el alma.